El de hoy es un artículo un tanto especial. En los últimos 8 he ido mezclando la experiencia que estaba viviendo en el Bodwell’s University Summer Program (BUSP) con nociones y experiencias en el mundo del emprendimiento educativo.
Ahora bien, el campamento finalizó el pasado miércoles y tras unos días de reflexión y vaivenes creo que puedo escribir el último especial. Por si te has perdido los otros dos especiales aquí te dejo el enlace.
Inmersos en las pantallas
Este tema daría para más de un artículo en sí, pero tampoco es necesario alargar más estos especiales, aunque probablemente hablemos más de los móviles y su papel en la educación.
Nadie puede dudar de la cantidad de beneficios que nos aportan los móviles y tabletas, pero ¿qué hay de los negativos? ¿Para qué utilizan nuestros hijos y alumnos los móviles? YouTube, Instagram, WhatsApp y juegos, actividades que normalmente les hacen aislarse y no relacionarse con sus iguales.
Esto también pasó en BUSP y era muy triste ver como en las comidas, en los ratos libres o en los trayectos en el autobús escolar la interacción entre los estudiantes se congelaba. Vídeos, música y juegos ocupaban toda la atención de los niños y niñas.
Obviamente, los niños están inmersos en un ambiente angloparlante que les hace desarrollar sus capacidades lingüísticas en una lengua extranjera, pero es desolador observar que alumnos y alumnas de entre 10 y 17 años prefieren jugar con el móvil antes que con compañeros de distintos países, una oportunidad única que quién sabe si se les vuelve a dar en la vida.
¿La solución? No la sabemos. Durante un taller intentamos pensar y reflexionar acerca de varias: poner espacios free devices, quitarles el móvil y solo dárselo en un tiempo determinado para comunicarse con la familia, que los monitores los mantuviésemos siempre ocupados y con otros niños, etc.
Al final yo creo que es un problema de educación en las nuevas tecnologías que se debería abordar desde pequeños y pensando al largo plazo. Definitivamente prohibir no es la solución.
Un trato excepcional
¿Qué te hace escoger una empresa para trabajar y quedarte en ella a pesar de tener ofertas con más remuneración? El trato de las personas y tus jefes y esto Bodwell lo sabe y lo aplica magistralmente.
Hace unos días hablaba con una compañera acerca de esto y es un punto clave para cualquier empresario o incluso maestro. Sí, maestros y maestras. ¿Cómo tratáis a vuestros alumnos y alumnas? ¿Somos empáticos con ellos cuando están enfermos? ¿Cuándo no han podido hacer los deberes por alguna causa? ¿Cuándo no están atentos en clase porque les ha ocurrido algo? Todas estas situaciones son las ideales para mejorar nuestras relaciones personales, para que nuestros alumnos (o en el caso de la empresa trabajadores) se sientan cómodos, sepan que estamos con ellos y que les comprendemos.
Durante estas 6 semanas Bodwell lo ha clavado. Todo aquello que necesitáramos lo teníamos casi al instante, las personas del staff no paraban de preocuparse por nosotros y por los alumnos y todo ello marca la diferencia.
Quedan las personas
Como me dijo un entrenador de fútbol sala hace muchos años: “El deporte te dará y te quitará muchas cosas, pero al final lo que siempre queda son las personas”.
Esta es una frase que llevo marcada a fuego. Nunca había reflexionado en eso hasta que lo escuché y en el BUSP ha pasado también. He aprendido muchísimo sobre cómo organizar actividades, cómo se coordina un campamento de tal envergadura, cómo educar y tratar a alumnos de diferentes nacionalidades y características… pero con lo que me quedo es con las personas que he conocido.
Compañeros y compañeras que me han mostrado nuevas culturas, nuevos pensamientos y formas de ver el mundo y afrontar los problemas, que me han enseñado palabras buenas y no tan buenas en sus idiomas y nociones generales de la vida que nunca me habría planteado. Amigos y amigas repartidos por el mundo que un día visitaré para ponernos al día de nuestras nuevas aventuras. Esto es lo que realmente queda.
Los próximos pasos en Vancouver
¿Ahora qué? Tras las 6 semanas de ensueño vividas en esta preciosa ciudad de Canadá ahora empieza lo “bueno”. Mudarme a un basement junto a un compañero de Barcelona, buscar trabajo y sacarse por uno mismo las castañas del fuego.
Espera un año apasionante, duro y lleno de aprendizajes que no hay que desaprovechar. ¿Quién sabe dónde estaremos el año que viene? Hay que sacar el máximo partido a lo que estamos haciendo ahora y a partir de aquí nuevos caminos y sendas se abrirán.