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Desde que empezó todo esto del COVID-19, a las pocas semanas, empecé a ver publicaciones en Twitter, Facebook, Instagram, etc., de personas que decían haber visto cosas que hacía tiempo que no se veían.
Estas acciones se achacaban a que la naturaleza, cuando la dejas un poco en paz, vuelve a su estado habitual y, como resultado, todos los animales vuelven a sus orígenes o a aquellos lugares que estaban ocupados por la raza humana y que ya nunca más les pertenecían. Hemos visto delfines en los canales de Venecia, miles de pájaros sobrevolando ciudades, cielos más azules que nunca o patos y cabras por en medio de una gran ciudad.
Y sí, esto no es nuestro. Esto es de la pachamama, como diría Macaco. Y ella sigue su curso. Siempre. La naturaleza vive por si sola, nosotros somos los que hacemos por vivir. Si convertimos el planeta en un infierno de condiciones inhumanas en el que no podemos vivir no debemos preocuparnos por la Tierra y la naturaleza, pues esta siempre vuelve. Vive por si sola. Ya lo hizo tras ser arrasada por meteoritos, en la glaciación y con desastres como Hiroshima. La naturaleza siempre se abre paso.
En conclusión, que esto pueden ser bulos o no pero a mi me ha dado que pensar. Obviamente que bajemos nuestro ritmo consumista y le demos un descanso a los recursos naturales y demás tiene aspectos positivos.
Además… ¡Nosotros también nos estamos recuperando! Y no hablo de la situación de emergencia sanitaria, sino de nuestras propias vidas. Esto nos ha hecho parar y, en algunos casos reflexionar. Nos cansamos del móvil, de la TV, de las series o de los libros. Y paramos. Y nos aburrimos. Y pensamos.
Puede ser que la Tierra esté teniendo un gran respiro estos días, pero nosotros también. Estábamos demasiado ocupados, inmersos en pantallas, viendo la vida pasar, creciendo sin conocernos. Desconectar para conectar, como se suele decir.
Ojalá nos haga reflexionar y aumente nuestro deseo por ver estos cielos azules una y otra vez, un rebaño de ovejas en medio de un pueblo o los jabalíes bajando comiéndose las flores de la plaza del pueblo. Lo malo es que si vuelve a pasar, probablemente, lo volvamos a ver a través de una pantalla.
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